“Cada sonido que emitimos queda
registrado y nada se pierde en el espacio”.
La Luz es la madre del sonido y el sonido es hijo
del color.
Y Dios dijo: Hágase la Luz y la Luz se hizo, pero
ella no era suficiente tubo que despertar el sonido que era el movimiento. Pero
el movimiento en un principio era eco y necesitaba el color, siendo por eso que
el sonido es hijo de la Luz y del color.
Si no hay Luz no hay vida y sin vida no hay
movimiento.
La Luz abre la puerta del movimiento ondulante de todas las cosas.
Este movimiento es lo que produce el sonido y éste al vibrar el color.
El color y su vibración es la que produce el
movimiento de la vibración, ya que sin vibración no hay armónicos.
Nuestro chakra coronario hace una especie de
turbina o radar atrayendo los núcleos radiales del Astral como pequeñas bandas
o anillos, y su funcionamiento es la de imantar la sintonía que emite el cuerpo
imán que inducido por el gran campo magnético del chakra coronario, atrae el
astro vía sonido emitiendo una vibraciones o frecuencias de color para que
sintonicen uno con otro y no pierdan la conexión, pues son los que coordinan
toda la melodía del aura humana.
Las Frecuencias ó los Ángeles Solares ya no
necesitan la vibración del sonido pues viven en él y están conectados con el
Gran Cerebro Universal que produce sonidos oscilantes en diagonal y vertical.
Estas Frecuencias sintonizan enviando ondas de amor, color y sonido, ya que su
funcionamiento es por ondas sísmicas geométricas generando conjuntamente con el
Universo.
La música del planeta tierra no tiene en sí misma
acordes musicales. Hablamos de las emisiones polarizadas de los esquemas
terráqueos. Las mismas dinámicas existen en los seres humanos, excepción que
confirma que el planeta fluye con emisiones de ondas sonoras con acordes que no
concuerdan con las de los seres humanos. E aquí el hecho de que la música del
humano se trasluce por medio de ondas que al chocar unas con otras por medio de
instrumentos, producen unos sonidos introduciéndose en ellos un sinfín de
melodías que llegan al sentir. Este sería pues, la base de los armónicos.
Los armónicos llegan a las coordenadas de la
columna vertebral produciendo así entre sus vértebras una oscilación en sus
cavidades nerviosas, que amparadas por los huesos rebotan en los espacios
huecos de la parte que toca el sistema nervioso simpático y sensorial. Las
ondas emiten a lo largo de su recorrido una dilatación de todos los vasos
sanguíneos capilares, incluso los más pequeños, alimentándose así toda la
distribución de oxígeno que lleva la sangre, por lo tanto éste sería el hecho
del bienestar que se siente a nivel humano pues los armónicos en sí mismos
modifican el estado de conciencia y así llegar a la autocuración.
Existen
tres tipos de humanos receptores:
Los de audición pasiva, activa y creativa.
También
están los individuos que se ponen en acción, tomando iniciativas en sus
terminales nerviosas activándolas y saliendo de su letargo. En último lugar
tenemos los que crean música por medio de los guías musicales a los cuales
tienen acceso, ya que “Ellos” ayudan a la creatividad. De ahí, los genios
musicales y todo tipo de creadores que tenemos en el planeta.
El
ser humano tiene la faceta de receptor y las energías superiores de emisores.
Los hilos musicales que sustentan al planeta tierra nada tiene que ver con los
nuestros, pero hay una emisión de colores para dinamizar los oídos terráqueos,
que a la vez que los nuestros buscan su actividad con los sonidos de la tierra.
El
alimento astral planetario también se alimenta de vibración, sonido y color y un
sin fin de cargas eléctricas, de lo contrario se caería y se perdería en el
infinito. Al igual que nosotros sustentamos nuestros cuerpos por medio del
cuerpo astral, así la tierra sustenta su masa con los dinamismos moleculares
Etéreos del Gran Todo.
El
Sol se ocupa de éste proceso conjuntamente con la Gran Fuente Cósmica de
nuestro Ser Supremo, emitiendo y filtrando sus rayos hacia nuestro planeta que
hace de receptor devolviendo los rayos que recibe otra vez cuando llegan al
planeta ya difuminados y con menos fuerza. Estos vuelven a su lugar de origen
cargándose así de nuevo, siendo el proceso carga y descarga composición y
descomposición. Debemos de tener en cuenta que al igual que las ondas de sonido
así funcionan los rayos de la Luz, siendo como una especie de contracción.
Todas las coordenadas espaciales tienen en si
mismas sus trascendentales habitáculos. En ellos se exhibe la más fantástica
obra de Luz y color que nosotros los humanos podamos imaginar. En donde se
movilizan las Frecuencias ó Maestros espaciales todo se rige por color, música
y Luz. Nuestro cuerpo es un componente de los mismos, conjuntamente con el
Plasma que está compuesto por Eter Cósmico y dinamizado con toda la Policromía
eléctrica de las grandes fuentes que produce nuestro Astro.
En la diferencia de los sonidos o acordes
planetarios nos encontramos los humanos. Nosotros obedecemos a una fusión de la
energía que produce nuestro Sistema Solar, en el cual se encuentra fundida la
Gran Luz que por medio de nuestro Sistema opaco, es el foco de intención y retención que hace de
refractario al gran Sol Central. El Sonido es la contracción que produce
nuestras capas esféricas entre sí. Las grandes energías tienen sonidos
paralelos ondulantes y verticales, y nosotros solo” jugamos” con las
verticales. Por lo tanto, las capacidades para ofrecer sonido, éstas Energías
se encuentran en las coordenadas verticales.
La vibración del sonido produce el
acorde. El acorde produce en sí mismo una especie de emisión policromética que
es la que recoge el cuerpo dentro del espíritu que es el que engloba el
misterio de lo Cósmico. Hay un punto referencial en la base de la columna que
es donde se introduce la inclusión del mismo, modulando así toda la deformidad
bloqueada existencial.
Los choques entre las ondas de sonido, es lo que
produce la Luz y en la misma es donde está el color que es la que desdibuja de
los más graves hasta los más agudos, y en éstos últimos tendríamos los más
claros ó etéricos. A más agudos más éter. A más graves más oscuridad a nivel
color.
Existen tres tipos de ondas. Nosotros los humanos
jugamos con solo una, pero nuestro cuerpo astral con las tres. Nuestras ondas
no son tan armónicas como las de “Ellos” ni tan perfectas, pero hacen de
reclamo por mediación del cuerpo astral. Cuando emitimos nosotros un sonido
aunque sea plano, el espacio que habita él mismo se desdibuja y empieza a
ampliarse como un eco, ya que un cuerpo aumenta los espacios que tiene
alrededor. Lo mismo ocurre con las ondas que emiten las frecuencias de los
otros cuerpos, con lo cual tenemos infiltraciones porque nuestros cuerpos
imantan radiaciones al igual que la armonía musical. Nuestro cuerpo está bien
dotado para recibir todas las ondulaciones y al escuchar por vía auditiva los
armónicos, éste conducto se amplifica haciendo de “radar cósmico” llamando así
la atención de las vibraciones de los planetas que automáticamente se unifican
con el Todo.
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