martes, 13 de agosto de 2013

LA LUZ

“Cada sonido que emitimos queda registrado y nada se pierde en el espacio”.

La Luz es la madre del sonido y el sonido es hijo del color.

Y Dios dijo: Hágase la Luz y la Luz se hizo, pero ella no era suficiente tubo que despertar el sonido que era el movimiento. Pero el movimiento en un principio era eco y necesitaba el color, siendo por eso que el sonido es hijo de la Luz y del color.

Si no hay Luz no hay vida y sin vida no hay movimiento. 
La Luz abre la puerta del movimiento ondulante de todas las cosas. Este movimiento es lo que produce el sonido y éste al vibrar el color.
El color y su vibración es la que produce el movimiento de la vibración, ya que sin vibración no hay armónicos.
Nuestro chakra coronario hace una especie de turbina o radar atrayendo los núcleos radiales del Astral como pequeñas bandas o anillos, y su funcionamiento es la de imantar la sintonía que emite el cuerpo imán que inducido por el gran campo magnético del chakra coronario, atrae el astro vía sonido emitiendo una vibraciones o frecuencias de color para que sintonicen uno con otro y no pierdan la conexión, pues son los que coordinan toda la melodía del aura humana.
Las Frecuencias ó los Ángeles Solares ya no necesitan la vibración del sonido pues viven en él y están conectados con el Gran Cerebro Universal que produce sonidos oscilantes en diagonal y vertical. 
Estas Frecuencias sintonizan enviando ondas de amor, color y sonido, ya que su funcionamiento es por ondas sísmicas geométricas generando conjuntamente con el Universo.
La música del planeta tierra no tiene en sí misma acordes musicales. Hablamos de las emisiones polarizadas de los esquemas terráqueos. Las mismas dinámicas existen en los seres humanos, excepción que confirma que el planeta fluye con emisiones de ondas sonoras con acordes que no concuerdan con las de los seres humanos. E aquí el hecho de que la música del humano se trasluce por medio de ondas que al chocar unas con otras por medio de instrumentos, producen unos sonidos introduciéndose en ellos un sinfín de melodías que llegan al sentir. Este sería pues, la base de los armónicos.
Los armónicos llegan a las coordenadas de la columna vertebral produciendo así entre sus vértebras una oscilación en sus cavidades nerviosas, que amparadas por los huesos rebotan en los espacios huecos de la parte que toca el sistema nervioso simpático y sensorial. Las ondas emiten a lo largo de su recorrido una dilatación de todos los vasos sanguíneos capilares, incluso los más pequeños, alimentándose así toda la distribución de oxígeno que lleva la sangre, por lo tanto éste sería el hecho del bienestar que se siente a nivel humano pues los armónicos en sí mismos modifican el estado de conciencia y así llegar a la autocuración.

Existen tres tipos de humanos receptores: 
                               Los de audición pasiva, activa y creativa.

La música por sí misma al ocurrir el proceso que hemos mencionado, crea en el ser humano tres tipos de reacción. En los pasivos, encuentran la paz de espíritu, relajación y pasividad que se nutre del Ente Armónicos, ya que la música es un Ente con vida propia que al ser creada tiene vida en sí misma.
También están los individuos que se ponen en acción, tomando iniciativas en sus terminales nerviosas activándolas y saliendo de su letargo. En último lugar tenemos los que crean música por medio de los guías musicales a los cuales tienen acceso, ya que “Ellos” ayudan a la creatividad. De ahí, los genios musicales y todo tipo de creadores que tenemos en el planeta.
El ser humano tiene la faceta de receptor y las energías superiores de emisores. Los hilos musicales que sustentan al planeta tierra nada tiene que ver con los nuestros, pero hay una emisión de colores para dinamizar los oídos terráqueos, que a la vez que los nuestros buscan su actividad con los sonidos de la tierra.
El alimento astral planetario también se alimenta de vibración, sonido y color y un sin fin de cargas eléctricas, de lo contrario se caería y se perdería en el infinito. Al igual que nosotros sustentamos nuestros cuerpos por medio del cuerpo astral, así la tierra sustenta su masa con los dinamismos moleculares Etéreos del Gran Todo.

El Sol se ocupa de éste proceso conjuntamente con la Gran Fuente Cósmica de nuestro Ser Supremo, emitiendo y filtrando sus rayos hacia nuestro planeta que hace de receptor devolviendo los rayos que recibe otra vez cuando llegan al planeta ya difuminados y con menos fuerza. Estos vuelven a su lugar de origen cargándose así de nuevo, siendo el proceso carga y descarga composición y descomposición. Debemos de tener en cuenta que al igual que las ondas de sonido así funcionan los rayos de la Luz, siendo como una especie de contracción.

Todas las coordenadas espaciales tienen en si mismas sus trascendentales habitáculos. En ellos se exhibe la más fantástica obra de Luz y color que nosotros los humanos podamos imaginar. En donde se movilizan las Frecuencias ó Maestros espaciales todo se rige por color, música y Luz. Nuestro cuerpo es un componente de los mismos, conjuntamente con el Plasma que está compuesto por Eter Cósmico y dinamizado con toda la Policromía eléctrica de las grandes fuentes que produce nuestro Astro.
En la diferencia de los sonidos o acordes planetarios nos encontramos los humanos. Nosotros obedecemos a una fusión de la energía que produce nuestro Sistema Solar, en el cual se encuentra fundida la Gran Luz que por medio de nuestro Sistema opaco, es el  foco de intención y retención que hace de refractario al gran Sol Central. El Sonido es la contracción que produce nuestras capas esféricas entre sí. Las grandes energías tienen sonidos paralelos ondulantes y verticales, y nosotros solo” jugamos” con las verticales. Por lo tanto, las capacidades para ofrecer sonido, éstas Energías se encuentran en las coordenadas verticales. 
La vibración del sonido produce el acorde. El acorde produce en sí mismo una especie de emisión policromética que es la que recoge el cuerpo dentro del espíritu que es el que engloba el misterio de lo Cósmico. Hay un punto referencial en la base de la columna que es donde se introduce la inclusión del mismo, modulando así toda la deformidad bloqueada existencial.
Los choques entre las ondas de sonido, es lo que produce la Luz y en la misma es donde está el color que es la que desdibuja de los más graves hasta los más agudos, y en éstos últimos tendríamos los más claros ó etéricos. A más agudos más éter. A más graves más oscuridad a nivel color.

Existen tres tipos de ondas. Nosotros los humanos jugamos con solo una, pero nuestro cuerpo astral con las tres. Nuestras ondas no son tan armónicas como las de “Ellos” ni tan perfectas, pero hacen de reclamo por mediación del cuerpo astral. Cuando emitimos nosotros un sonido aunque sea plano, el espacio que habita él mismo se desdibuja y empieza a ampliarse como un eco, ya que un cuerpo aumenta los espacios que tiene alrededor. Lo mismo ocurre con las ondas que emiten las frecuencias de los otros cuerpos, con lo cual tenemos infiltraciones porque nuestros cuerpos imantan radiaciones al igual que la armonía musical. Nuestro cuerpo está bien dotado para recibir todas las ondulaciones y al escuchar por vía auditiva los armónicos, éste conducto se amplifica haciendo de “radar cósmico” llamando así la atención de las vibraciones de los planetas que automáticamente se unifican con el Todo.